25 – Exposición en la Confederación General Económica

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Confederación General Económica

 Exposición de Felipe Sapag en el XXIV almuerzo del Instituto de Investigaciones Económicas y Financiera de la CGE, 18 de noviembre de 1965, Plaza Hotel de Buenos Aires

 Tema: Desarrollo de la Patagonia y posibilidades del Neuquén

 Llego a esta tribuna con la visión plena de distancias, con la imagen del hombre del sur aferrado a su tierra, con la íntima necesidad de expresar el real significado histórico, económico, social y de futuro de la Patagonia.

Despertar la curiosidad y el interés de los hombres del poder económico significa algo vital para cualquier gobernante. Máxime si se trata de la Patagonia. Es que la Patago­nia necesita llegar con su voz, a todos los sectores del país, y lograr que se conozcan las extraordinarias reservas de sus recursos naturales, que esperan el múltiple aprovechamiento, y su racional explotación. Pretendo también en esta exposición hacer conocer que anhelamos un tratamiento en pie de igualdad con el resto del país. Una patria común, sin diferencias, sin jerarquías, sin privilegios, sin coloniaje ni explotación por las propias empresas del Estado, es una aspiración federalista no lograda aún en la Patagonia.

Posibilidades del Neuquén

De origen popular, mi gobierno es realista en sus concepciones y no debe extrañar que el objetivo de mis palabras sea interesar a todos ustedes sobre el Neuquén. Mostrarles un panorama cierto y en profundidad de su porvenir, que depende en definitiva de la visión y actividad de los hombres de empresa.

En las márgenes de los ríos Limay y Neuquén, se realizarán las obras del complejo hidroeléctrico El Chocón-Cerros Colorados. No es necesario insistir en la importancia de la energía eléctrica como factor impulsante del desarrollo y de la transformación que implica su disponibilidad.

Neuquén dispone de un potencial minero que, si se explotase, sería suficiente como para atender las necesidades de cualquier nación altamente industrializada. Uranio, hierro, carbón, cobre, azufre, grafito, plomo, baritina, arcilla, mármoles, piedras lajas, arena volcánica, grandes concentraciones de sal para la industria química y los más grandes afloramientos de calizas de la república, están esperando a los técnicos y a los capitales. En la evaluación de nuestra riqueza minera, colabora la Dirección General de Fabricaciones Militares, a través de su plan cordillerano, utilizando los modernos métodos aerofotogramétricos de la prospección geológica minera.

La cercana realización de las obras del Chocón-Cerros Colorados otorga prioridad absoluta a la instalación de una fábrica de cemento. La construcción proyectada en Zapala consolidará la economía regional.

La ley de promoción industrial de la provincia persigue como finalidad primordial la instalación de nuevas industrias para la extracción, elaboración y transformación de productos minerales, agropecuarios y forestales, así como la creación de nuevas fuentes de trabajo. Fomentaremos el emplazamiento de industrias que promuevan el procesado local de las materias primas de la provincia, tales como fábrica de ácido sulfúrico, complejos petroquímicos, carburo de calcio, frigoríficos, lavaderos de lana, curtiembres, plantas de madera aglomerada y de aprovechamiento integral frutícola y forestal entre otras.

Existen también decretos nacionales de promoción patagónica que otorgan franquicias a las empresas argentinas que se radiquen al sur del río Colorado.

De una variada gama de regiones apropiadas para el turismo, se destaca sin lugar a dudas el Neuquén. Por sus condiciones excepcionales de clima y variedad, por el conjunto sin igual de lagos, bosques, valles y montañas, nuestra provincia tiene condiciones excepcionales para promover el turismo nacional e internacional. La inversión actual en este sector es del orden de los mil millones de pesos y comprende créditos para la construcción de postas camineras, moteles y hosterías, hasta la erección de grandes hoteles.

El sistema hidrográfico casi perfecto de nuestra provincia permitirá incorporar, mediante las obras de riego proyectadas en distintas áreas, más de cuarenta mil hectáreas de tierra fértil y laborables.

En forma paralela, se está cumpliendo el plan de electrificación rural y urbano. La puesta en servicio de dos grandes usinas térmicas en Neuquén y Zapala nos permite contar ya con la energía necesaria para impulsar la promoción industrial.

Un extenso programa para la provisión de agua potable a localidades con menos de tres mil habitantes, en colaboración con el BID y dentro de los lineamientos del plan nacio­nal de agua potable y saneamiento rural, está en ejecución.

En el aspecto social, se han creado y perfeccionado establecimientos sanitarios y de carácter educacional. Construimos una nueva escuela cada catorce días y edificamos numerosos hospitales, centros asistenciales y de atención infantil.

Para facilitar a nuestra juventud el acceso a la cultura superior, se ha creado la Universidad del Neuquén, que a un año de funcionamiento ofrece renovados campos de acción en sus Facultades de Ingeniería, Humanidades, Ciencias Agrarias y Educación y escuela de Turismo y Cerámica.

Este es nuestro plan trienal, que marcha en función del tiempo, y cuyo principal objetivo es vitalizar la economía neuquina con obras concretas de promoción y desarrollo, tendiendo a conformar una estructura de producción y servicios planeada con racionalidad y sin improvisaciones.

Para consolidar este plan de acción convocamos el concurso de los sectores privados, es decir el apoyo de las fuerzas vivas de la región y del país. Necesitamos que complejos industriales se instalen en nuestra provincia, para aprovechar los múltiples recursos que hasta el presente no han sido explotados.

Desarrollo de la Patagonia

Historia y leyenda se suman en la Patagonia desde que fue pisada por primera vez, por los intrépidos que llegaron al nuevo mundo. Leyenda es hablar del espejismo deslum­brante de que, en estas tierras ignotas, se levantaba nada menos que la ciudad de los Césares.

En el muy difundido diccionario Espasa Calpe, edición de lujo, año 1933, en la primera página del tomo III, se define y explica el significado de «Patagonia». Allí, en esa primera página, que por ser la primera debe haber sido corregida con mayor detenimiento, se dice que está «habitada en su mayoría por antropófagos». La inteligencia argentina y sus altas casas de estudios, en su hora, jamás acusaron el error o no consideraron que esa tercera parte de la patria merecía ser mejor tratada o conocida.

Hace más de ciento treinta años, Darwin la definía como tierra maldita y decía: «todas las tentativas hechas para colonizar esta costa de América al sur de los 41 grados de latitud, han sido estériles». Quizás debamos dar gracias porque este sabio no encontrara de su agrado a la Patagonia, porque dio la casualidad de que todas las tierras que visitó y elogió, en poco tiempo se transformaron en colonias británicas.

Pero vinieron hombres antes y después que tuvieron fe en esta tierra y descubrieron en ella enormes posibilidades potenciales. Vivieron creando pequeñas realidades a fuerza de ingentes sacrificios y murieron con la esperanza de una Patagonia grande y auténticamente argentina. Ya no se creía en fabulosas ciudades de Césares ni en el oro de fácil riqueza. Se crearon allí otros sueños de paz y felicidad a fuerza de conquistar la inhóspita geografía, aferrándose a terrenos que eran parte de la patria. Pero el resto del país fue insensible a ese ejemplo. Mantuvo la incomunicación y el olvido. La defensa de la soberanía allí fue un milagro sostenido por unos pocos patriotas. Ya en 1898, Fray Mocho escribía en «En el Mar Austral»: «Esto es doloroso decirlo, pero es cierto: en los mares australes, la estrella solitaria de Chile significa civilización y el sol Argentino barbarie». Y aquella incomunicación, aquel aislamiento tan claramente expuesto hace 67 años, continúa igual o más grave, provocando despoblación sin esperanza.

El Código Penal establece en la accesoria legal la reclusión o prisión por tiempo indeterminado en «los territorios del sur». Ya no podemos aceptar más que la Patagonia sea lugar de confinamiento para delitos comunes, políticos, o para funcionarios castigados. La región desconocida, la región de las nieves, la región «maldita» como la llamaron, inició así su integración a la Patria. Cuando el esfuerzo del Ejército Argentino trajo al hogar común la vasta extensión de tierras patagónicas, iniciando un largo camino que todavía continúa y cuyas perspectivas nosotros mismos no podemos hoy anticipar, entrevió el futuro de este inmenso territorio que, arrancado del atraso e incorporado al país, puede convertirse en el factor desencadenante de la grandeza nacional, mediante el valioso concurso de sus riquezas comprobadas y latentes.

Visionarios y patriotas como el general Roca y el perito Moreno entre otros, entrevieron las fabulosas posibilidades de la nueva región. Bayley Willis, cuando medio siglo atrás estudió la Patagonia, estableció con precisión técnica y científica, la forma de explotar su magnífico potencial. Pero la región sureña fue olvidada. A la conquista militar, no siguió la conquista civil.

Convertidos en territorios nacionales, fuimos durante largas décadas, extranjeros en nuestra propia patria. Los argentinos de la Patagonia no votábamos ni siquiera al Presidente de la nación. Sin derechos cívicos ni representantes en el Congreso, quedamos postergados en el concierto nacional. La república está en deuda con la Patagonia que le ha suministrado por largos años y sigue haciéndolo, ahorro en divisas por abastecimiento de petróleo, gas, carbón, materias primas exportables como lana, frutas, minerales, carnes, etc.. No ha recibido en cambio ninguna de las obras fundamentales para el desarrollo: sólo la herencia de vivir pobres en una tierra rica.

Con la provincialización de la Patagonia se inició una nueva y promisoria etapa. Se hizo justicia con el hombre patagónico que, arraigado en su tierra, no tenía derecho a integrar la ciudadanía de su país.

Y allí está, señores, la Patagonia que ofrece al país la alucinante reserva de recursos naturales que posee: un inventario por demás insuficiente nos da una idea de sus porten­tosas riquezas naturales. El 70% de los yacimientos petrolíferos, el 80% del gas natural, el 50% de la energía hidroeléctrica, el 100% de los carbones explotables y la reserva aprovechable más importante del país de alunita y bauxita; la prodigiosa fauna ictícola que puebla la plataforma submarina y que sería suficiente para alimentar a millones de habitantes; el 80% de los yacimientos ferríferos explotables; bosques inmensos a lo largo de su cordillera; tierras humíferas arables en sus hermosos valles preandinos, como para asentar una población de millones de habitantes; tierras de riego aptas para los más variados cultivos, a lo largo de sus ríos prodigiosos, donde actualmente sólo en escasas 100.000 hectáreas se producen las frutas más codiciadas del mundo. Y aun en la estepa desértica de sus planicies apacentan millones de ovejas que producen lanas de la más alta calidad. Finalmente el paisaje maravilloso de sus lagos, montañas, cascadas, ríos y bosques impenetrables brinda un marco imponente para el desarrollo turístico.

Cuando la Patagonia esté en desarrollo y tenga cinco millones de habitantes, las Islas Malvinas serán nuestras sin necesidad de lucha armada o de gestiones diplomáticas, porque podremos ofrecer a los pobladores de las islas condiciones de vida mejores que las que actualmente tienen. Hoy ellos tienen mejores condiciones de vida que los pobladores de la Patagonia.

Este es un desafío señores empresarios, si es que queremos realmente la grandeza de nuestra patria.

Las naciones poderosas son las que tienen industrias. Para conseguir las materias primas básicas, esas naciones han librado guerras y conquistado colonias. Argentina es uno de los pocos países poseedores de áreas propias de expansión interior. Sin embargo, hemos concentrado la actividad en un área pequeña, abandonando inmensas regiones plenas de materias primas y riquezas, en las que, por leguas, reina la soledad y el desamparo.

La Argentina tiene, pues, que ocupar la Patagonia -y en especial el Comahue- con población argentina y explotar al máximo sus riquezas. Por patriotismo y por convenien­cia. Si se da este paso decisivo de integración, consolidará una estructura socio-económica estable y se promoverá el desarrollo integral del país.

Para terminar, junto con mis palabras de agradecimiento por la audiencia y el interés demostrado por esta prestigiosa entidad ante los problemas del sur argentino, deseo invitar a todos quienes la integran para que, en sus planes futuros, tengan en cuenta que nuestro suelo está a disposición de quienes quieran trabajarlo.

Señores… he respondido a la gentil invitación que se me formuló con una actitud sincera. No he promocionado banderías, sino el porvenir de la Patagonia y de mi provincia. Y en ese sentido, con sensibilidad de empresario, no he querido traer aquí vagas ensoñaciones, sino un esquema palpable de verdades que no pueden cuestionarse.

Bajo la advocación de la Cruz del Sur, que señala nuestro rumbo, con patriótico orgullo, reafirmo los eternos conceptos de soberanía y de fe en los altos destinos de la patria y de la Patagonia.

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