Creación de la Universidad Nacional del Comahue
Discurso del Gobernador de la provincia del Neuquén
15 de marzo de 1972
Acto de transferencia de la universidad a la nación, el 15 de marzo de 1972, en cumplimiento de la ley nacional 19117. Palabras de Felipe Sapag:
Asistimos hoy a un acto histórico para todo el Comahue, asistimos a uno de esos hechos que jalonan la vida de los pueblos y signan su vocación de futuro.
Para Neuquén, este momento tiene una especial significación y se constituye en la prolongación de otro suceso de profundo contenido y emoción cuando, en los comienzos de 1965, tuvimos la enorme satisfacción de dejar inaugurado el primer curso lectivo de la entonces flamante Universidad del Neuquén, creada el 3 de noviembre de 1964 por ley 414 de la provincia. Dijimos en aquella jomada, poseídos de un auténtico amor al terruño, que nos empujaba un realismo decidido y que la nueva universidad sería «universal en sus concepciones, pero regional en sus propósitos de bien común». Y además enfatizamos un concepto, que entonces parecía quimérico, al expresar que «esta universidad ya puede llamarse la auténtica Universidad del Comahue».
Culmina así una serie de esfuerzos que iniciaron hombres y mujeres de nuestro pueblo, desde los albores de su creación como Universidad Provincial del Neuquén. Su primer rector, doctor Enrique Oliva, decanos, profesores y alumnos, entendieron cabalmente su destino y jerarquizaron esta casa de altos estudios con vocación argentina. Dieron vida y alma a esa nueva e inédita universidad de frontera y se entregaron con pasión entusiasta a formarla, contando con el apoyo unánime de la comunidad toda, que la sintió como obra propia de elevación cultural y técnica para sus hijos.
Hoy, señores, somos responsables y conscientes de que asistimos al comienzo de una trascendente etapa que supone nuevos sacrificios, esfuerzos y vigilias. «Saber es deber» fue su lema inaugural. El deber de ser mejores y el saber para integrarse a la comunidad que los alentó y apoyó, para volcar en ella las conquistas universales de la ciencia y la técnica.
Quiera Dios que esta nueva y promisoria etapa que vive nuestra universidad complete y complemente sabiamente el ideario de aquel 1964, tan lejano en el tiempo y tan próximo en nuestro corazón, cuando dijimos que sería una casa de altos estudios «del pueblo y para el pueblo».
Confiados en el sello, de indiscutible sentido nacional, que signó la gestación y creación de la Universidad del Neuquén, los que tuvimos el privilegio y la profunda emoción de participar de su nacimiento presenciamos hoy la concreción de la Universidad Nacional del Comahue, no desprovistos de un natural sentimiento de humano egoísmo, al saber que entregamos algo de nuestro ser, de nuestro sacrificio y desvelos, pero con la íntima alegría de saber también que lo hacemos en pro de su crecimiento, de su jerarquización, en fin, de su plena realización como centro de estudios superiores para toda la región. Entregamos sin cargo todos los bienes físicos, muebles e inmuebles, instalaciones, edificios, 100 hectáreas de tierra en un lugar de privilegio en la ciudad de Neuquén. Hacemos esta donación con verdadero júbilo, porque esta nueva etapa demuestra, como el nombre de la universidad lo proclama, la prevalecencia de un alto sentido de desprendimiento y solidaridad, como acabada prueba del espíritu de unidad y de generosidad hacia la nación, al concretar esta cara aspiración de esta región de la Patagonia.
Con los ojos puestos en el futuro que anhelamos y en el pasado que nos une, deseo expresar mi más profundo agradecimiento a los pioneros de la Universidad del Neuquén y a los visionarios que emprendieron la ardua tarea de convertir en realidad este proyecto, pues la Universidad Nacional del Comahue es la esplendente culminación de esta tarea, silenciosa y abnegada.
A todos ellos, a todos ustedes, cabe hoy el honor, la responsabilidad y la profunda satisfacción de haber contribuido a establecer este baluarte del progreso y esta avanzada de la cultura que, de hoy en más, es símbolo y emblema de una Patagonia en proceso de desarrollo, de un desarrollo integral en que, junto al crecimiento material de sus posibilidad económicas, marcha el progreso espiritual, cultural y científico de su pueblo. Además de mi emocionado homenaje a los precursores y continuadores de esta obra, al señor Ministro de Cultura y Educación de la nación doctor Malee, cuya presencia, que agradezco profundamente, honra y prestigia este acto; al grupo de trabajo de la Universidad Nacional de Sur, tan ligada espiritualmente a toda la región; a los especialistas del Consejo Federal de Inversiones, que con su apoyo técnico nos alentaron; a las instituciones educacionales y fuerzas vivas zonales, que hicieron oír sus voces en pro de esta concreción; al cuerpo docente y autoridades de la Universidad del Neuquén, que trabajaron denodadamente por jerarquizar su casa, para poder lograr la anhelada nacionalización; a los estudiantes secundarios y universitarios que tuvieron fe y lucharon por la misma y, en fin, al pueblo todo del Neuquén que con orgullo argentino puede ostentar el padrinazgo de esta universidad nacional.
Pueblo del Comahue: grande es vuestra responsabilidad porque debéis renovar, con tesón y con firme decisión, el titánico esfuerzo de los precursores que poblaron esta tierra bendita, que tuvieron fe en su porvenir, y que ahora les brindan a todos los jóvenes la posibilidad de estudiar y capacitarse en la profesionalidad y excelencia de esta universidad.
Invoco la protección de Dios todopoderoso, para que así sea.