40 – Por la Ruta de la Cordillera del Viento

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Por la ruta de la cordillera del viento

 Algunas impresiones de un viaje a Andacollo

 Chos Malal la ciudad agonizante

 Los pocos periodistas que nos animamos a enfrentar más de 600 kilómetros, que es la distancia que separa a Neuquén de Andacollo, pudimos verificar muchas de las cosas que se dicen acerca del norte de la provincia. El viaje de ida hacia Andacollo se hizo de noche. Recordamos nuestro paso por Chos Malal en la penumbra de un sueño desasosegado, típico de los viajes largos. Allí la vimos, pesada, sumida en un sueño de años, a la capital primigenia. Puede hablarse del «rencor de Chos Malal», de sus pobladores principales que sufrieron el golpe de ver cambiar la capital de la provincia a su actual emplazamiento, viejos álamos de tronco añoso se ciernen sobre la ciudad antigua.

 A la vuelta, ya de día, pudimos admirar el cuidado museo, pobre pero bien arreglado. Al lado, se levanta majestuoso, el nuevo hotel de turismo, quizá excesivamente moderno, demasiado prepotente para las modestas y grises casas centenarias que lo contemplan desde el otro lado de la plaza. Enfrente, se puede ver la mole de la comisaría, otro de los centros de modernización de la ciudad.

 Un alto funcionario comentaba, ya en Andacollo, acerca de la apatía de la gente de Chos Malal. «Va a haber que obligarlos a que saquen esos álamos tan viejos del centro de la ciudad. No me explico cómo la gente puede ser tan dejada». «Se levantan muy tarde, más allá de las diez de la mañana, cómo quieren progresar de ese modo» me decía un viejo maestro. Nosotros creemos que lo que sucede es que Chos Malal no se resigna. Se ha sentido herido en su orgullo cuando le quitaron el centro de capital provinciana. La ceremoniosa prestancia de sus viejas casonas se va transformando en miserable decrepitud de tapera enmohecida. Hemos visto grandes casas de adobes, vacías y semiderruidas en pleno centro.

 Chos Malal agoniza. Mucha de la denominada «degradación del Norte» no se debe sólo a factores económicos, como la suplantación desmedida de la cabra por la oveja, sino a factores humanos, históricos. Viejas heridas aún no bien restañadas.

 ¿Qué dice ahí don…?

 Ya en Andacollo, nuestra curiosidad nos llevó a que, luego de tomar debida nota de los actos principales con que se celebrará la inauguración del puente, muy cerca del caserío, quisiéramos conocer un poco de la gente y las cosas del lugar.

 Así, luego de visitar la escuela inaugurada el año pasado, «gracias a don Felipe…» (160 alumnos), fuimos a visitar a don Esteban de Vega, viejo poblador (67 años, 50 en el lugar) de Andacollo. Don Esteban tiene un almacén de ramos generales y nos contó que fue el primero en abrir camino, con los carros, entre Zapala y Chos Malal. «Yo no entiendo a la gente de ahora, que dice venir muy cansada del viaje; nosotros lo hacíamos de a caballo y tan campantes…», «y, esto del puente es muy importante muy útil para la gente de aquí. Cuando vinimos, recuerdo, mi hermano y yo junto con otros vecinos, construimos la primera balsa, con unos troncos y unos tambores como flotadores, para pasar los carros».

 «Don Esteban -solicitamos- ¿nos permite que le saquemos una foto para el diario?». «No, mire -nos dice- después, va a ser mejor, todavía no me he afeitado». No insistimos y nos vamos, sabiendo que no vamos a olvidarlo a don Esteban, junto a la gran ventana de su almacén, que da al camino en una mañana de mayo.

 Luego, ya en pleno acto de inauguración del puente, después de los discursos del general Guglialmelli y del Gobernador Rosauer, se descubrió una placa de bronce colocada a un pequeño monolito, al lado de la entrada del puente. La placa lleva una inscripción que dice: «Este puente fue construido por el Ejército Argentino con el apoyo financiero y técnico del gobierno de la provincia del Neuquén, como una contribución al desarrollo y progreso de esta alejada zona de la república. Intervinieron en su construcción jefes, oficiales, suboficiales y soldados de clase 1944, 1945, 1946, del Batallón de Ingenieros en Construcciones 181, con asiento en la ciudad de Neuquén, 20 de mayo de 1967».

 Luego que los numerosos cameramen y fotógrafos se cansaron de sacar fotografías de la placa, se acercó a la misma la gente del pueblo para admirarla. Le preguntamos a una mujer joven, que llevaba a su hijita de la mano, qué le parecía el puente. Nos respondió: «Cosa maravillosa, señor, maravillosa. Quién diría que se fuera a hacer. Sí,.. y, dígame -señalándome la placa de bronce- ¿Qué dice ahí, don…?».

 Diario Río Negro, 23 de Mayo 1967

 Nota:

 El puente sobre el río Neuquén, en Andacollo, fue construido a instancias del diputado provincial Rodolfo «Fito» Acuña, quien en 1963 insistió sobre la necesidad de reemplazar la balsa existente, que precariamente atendía el tránsito hacia la zona norte de Andacollo. Nos decía que cuando el río Neuquén estaba crecido, la balsa no funcionaba y cuando en el verano estaba el estiaje, tampoco había paso por la balsa.

 Lo cierto es que coincidiendo con el diputado Acuña, apreciamos que, sin el puente, no podíamos revertir la situación de pobreza y abandono de los pobladores del departamento Minas, que tenían mayor facilidad de comunicación con Chile que con el resto de Neuquén.

 Dada la urgencia y la falta de recursos para concretar esa obra, apelamos al Comandante del VI Cuerpo del Ejército, general Melitón Díaz de Vivar, quien dispuso que el Batallón Ingenieros de Construcciones interviniera en la ejecución del puente, contando con el apoyo técnico de Vialidad provincial y el financiero del gobierno de la provincia.

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