18 – Conferencia de Gobernadores Patagónicos

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Conferencia de Gobernadores patagónicos

 Discurso de apertura del señor Gobernador del Neuquén don Felipe Sapag

5 de noviembre 1964

 Señores Gobernadores de Rio Negro, don Carlos Nielsen; de Chubut, don Roque González; de Santa Cruz don Rodolfo Martinovic; de Tierra del Fuego, don Ruperto Bilbao, autoridades, señoras, señores.

 Estamos aquí reunidos, en nombre de las provincias patagónicas y el Territorio Nacional de Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur, en nombre de las necesidades y posibilidades de la más vasta región argentina, en nombre de quienes, pioneros y actuales pobladores, reclaman una vida digna, trabajo y bienestar, concorde con las inmensas riquezas que aportamos a la nación. También estamos reunidos para consolidar un anhelo generalizado: integrar la Patagonia a la Argentina.

 No pretendemos que la Patagonia fije objetivos nacionales, pero no aceptamos seguir siendo una colonia, de la que sólo se extraen sus recursos. Nos sentimos relegados y olvidados por la patria que amamos, pero que nos mira con indiferencia. El federalismo argentino pareciera agotarse en su antiguo molde: el centralismo. El árbol secular pide sabia nueva y estamos en la tarea de vigorizar el federalismo ahora que, por fin, somos provincias con todos los derechos, inclusive el de elegir a nuestro Presidente de la nación y demás autoridades lo cual, hasta ayer, cuando éramos territorios nacionales, nos era negado.

 Ratificamos nuestra soberanía y nuestro derecho irrenunciable sobre las Islas Malvinas que son un pedazo de nuestra tierra patagónica y que, desde hace 131 años, esperamos sean restituidas a suelo patrio. Pero afirmamos que, para recuperarlas, hay que poblar y desarrollar la Patagonia y expresamos con convicción que cuando esta tercera parte del país esté poblada con cinco o diez millones de habitantes, las Malvinas serán nuestras, sin necesidad de guerras o gestiones diplomáticas. La Patagonia es una de las regiones más ricas del país pero es la menos poblada.

 Las inversiones que el Estado nacional realiza en la Patagonia no son suficientes ni equitativas, pero tenemos que destacar como ejemplo a imitar, la acción de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que ha sido generadora y propulsora de las ciudades más importantes del sur, pues acompaña su gestión petrolera con un sentido social amplio y generoso para con sus obreros y con la población en general. Destacamos igualmente la acción de las fuerzas armadas de la nación, fundadoras de pueblos, garantía de la seguridad de los pobladores y de nuestras fronteras.

 Es preciso construir viviendas confortables. Se impone dotar a los centros urbanos de los servicios públicos de agua, electricidad, y gas. Es increíble, pero la mayoría de nuestras poblaciones no tienen agua, electricidad ni gas, aunque con el gasoducto del sur patagónico abastecemos a la Pampa Húmeda y nos damos el lujo de desperdiciar venteando o quemando alrededor de cinco millones de metros cúbicos de gas por día.

La depredada plataforma submarina del Atlántico sur, explotada por todos los barcos pesqueros del mundo menos por los argentinos, requiere un plan orgánico y racional que permita que, desde la Patagonia, se aproveche la riqueza que ignora y desperdicia el centralismo de la Pampa Húmeda.

 El petróleo, el gas y el carbón de la Patagonia alimentan las necesidades energéticas de la nación. Esperamos, en cambio, que el producto de esa riqueza energética no renovable se reinvierta en obras hidroeléctricas, para contar con energía abundante y barata, base del futuro industrial de la Patagonia.

 El servicio naviero es deficiente. No contamos con ningún puerto, digno de llamarse así, en 2000 Kilómetros de costa atlántica desde Puerto Belgrano a Ushuaia. El ferrocarril no contribuye con sus vías truncas al desarrollo de la Patagonia austral. El transporte aéreo, después de la legendaria Aeropostal, sólo ha sido suplida por LADE. Los demás servicios son caros e insuficientes.

 La Patagonia debe coadyuvar hacia un franco entendimiento económico con la república de Chile, no solamente por lo que hace a las relaciones mutuas, sino por lo que significa la promoción directa de ambos territorios australes, en lo que es un fenómeno lógico de intergravitación.

 La Patagonia puede calificarse como la única región argentina interoceánica; no sólo por la confluencia austral de los dos océanos y el mar antártico, sino también por la posibilidad de abrir una o varias rutas directas al Pacífico, a través de numerosos pasos cordilleranos, con salida a los puertos chilenos de Valdivia o Puerto Montt, o entre Rio Gallegos y Punta Arenas. Esto significará ganar para nuestra producción los mercados americanos del Pacífico y los del extremo oriente. El amplio litoral patagónico nos lleva a mirar de frente hacia el Atlántico, al este, o sea al continente africano, cuyos intereses y los nuestros pueden muy bien complementarse.

 Los ríos patagónicos como vías de navegación merecen más atención y sería redundante comentar los extraordinarios beneficios que produciría su incorporación a nuestro sistema de comunicaciones.

 El potencial energético patagónico no admite parangón con otras regiones del país. Las posibilidades hidroeléctricas y mareomotrices son inmensas. El Chocón-Cerros Colorados, para el que pedimos prioridad en lo nacional, transformará por sí gran parte de la Patagonia y será verdadero orgullo nacional.

 Las industrias no se han desarrollado en la medida requerida. Industrializar la Patagonia significará poblarla; poblarla es conquistarla en todos sus aspectos. La Patagonia necesita ser conocida. Su retardo en gran parte se debe a que se ignora su realidad. Es una obligación intensificar el turismo, prolongando el pavimento hacia el sur en las rutas 3 y 40 nacionales que interconecten los centros de atracción turística. Se impone adecuar la infraestructura que requiere la aplicación de un plan de promoción turístico. Sin buena y eficiente hotelería, sin medios de transporte y sin organización, no puede existir aspiración turística que prevalezca.

Conclusiones

 Esbozada la realidad de la Patagonia surgen espontáneamente las soluciones para su progreso. Aquí estamos reunidos los gobernadores de la Patagonia para que nos escuchen.

 La similitud de nuestros problemas, la igualdad de los recursos naturales y el idéntico pensamiento dominante, son las bases de la planificación del desarrollo patagónico, debiendo entenderse que el espíritu regionalista no contradice el principio de afirmación y autonomía provincial. El regionalismo, tal como se entiende y quiere practicar, no está en pugna con el federalismo, emblema provincial que debe mantenerse constantemente en alto.

 Neuquén abre su corazón y saluda a los señores gobernadores y a los componentes de sus respectivas delegaciones; saluda y agradece la presencia de los señores legisladores nacionales y altas autoridades representantes de instituciones nacionales y provinciales que contribuirán con su experiencia e inapreciable apoyo al éxito de esta reunión.

 Saludo a los representantes de la prensa oral y escrita y en forma muy especial a los periodistas de la Patagonia que en su lucha idealista y romántica, llena de sacrificios y penurias económicas, verán en esta conferencia, tal vez, el principio de las soluciones por las que tanto lucharon.

 También mi reconocimiento al ejército argentino que, a través del 5° Cuerpo «Teniente General Julio Argentino Roca» y por directa intervención de su comandante general Meliton Díaz de Vivar, jefes y oficiales, inspiró y alentó la realización de esta conferencia obligándonos con su generosa hospitalidad en la sede del Comando, a nuestro profundo agradecimiento. Declaro oficialmente inaugurada esta reunión de gobernadores de la Patagonia con estas palabras, que sintetizan la inquietud del Neuquén. Invoco a Dios que nos guíe e ilumine, y para que este despertar a la acción de esta vasta región de la patria sea el despertar de la nación toda.

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